Los crepes son una delicia muy apreciada en todo el mundo y su preparación requiere un equipo de confianza. En el sector gastronómico, destacan dos tipos de máquinas: las creperas de gas y las creperas eléctricas. Ambas tienen ventajas, pero también ciertos inconvenientes.
Las creperas de gas se caracterizan por su rápida subida de temperatura y una distribución uniforme del calor, lo que garantiza una cocción constante y de calidad. Su principal ventaja es la movilidad, ya que se pueden utilizar fácilmente en ferias, mercados o eventos al aire libre, incluso en lugares sin suministro eléctrico. Además, siguen funcionando en caso de cortes de electricidad. Además, son fáciles de limpiar y requieren poco mantenimiento. Entre sus desventajas, cabe señalar que son más pesadas y voluminosas, y que necesitan accesorios adicionales, como bombonas de gas. Además, deben utilizarse siempre en espacios bien ventilados para garantizar la seguridad.
Las creperas eléctricas, por su parte, son más fáciles de usar y tienen un diseño más compacto. Solo necesitan una toma de corriente, por lo que resultan muy prácticas en cocinas o espacios interiores. Suelen ser más económicas en cuanto a costes de funcionamiento, y además son más ligeras y fáciles de transportar o almacenar. Como punto negativo, la distribución del calor puede ser irregular, aunque este problema se minimiza eligiendo modelos profesionales de calidad. Su principal limitación es la dependencia de la electricidad, ya que si hay un corte de luz, dejan de funcionar.
La elección entre una crepera de gas y una eléctrica depende de las necesidades específicas de cada negocio. Para mayor movilidad e independencia, la mejor opción es la crepera de gas. Si se prioriza el ahorro de espacio y costes, la eléctrica es más recomendable. En cualquier caso, la calidad del equipo es fundamental: solo una crepera profesional garantiza crepes bien cocinados y clientes satisfechos.
