Los crêpes tienen una historia milenaria y se han desarrollado de forma distinta en diversas culturas.
Sus orígenes se remontan a la cultura celta.
Probablemente se remontan a la cultura celta, donde se preparaban finas tortas de agua, leche, harina y huevos cocidas al fuego. Los celtas preparaban unas tortas finas de agua, leche, harina y huevos que cocían al fuego. A estas tortas se les llamaba «galettes».
La expansión por Europa:
Con el tiempo, romanos, pueblos germánicos y vikingos adoptaron la receta y la adaptaron a sus respectivas tradiciones culinarias. En la Edad Media, los crêpes se extendieron por toda Europa, siendo especialmente populares en Francia y España.
En el siglo XIX:
En Francia se convirtieron en una parte esencial de la gastronomía. Surgieron versiones dulces y saladas, así como las primeras crêperías. En esta época, los crêpes llegaron también a Estados Unidos y otros países.
Desde el siglo XX hasta la actualidad:
Los crêpes alcanzaron fama mundial. Hoy existen infinitas variantes, desde los crêpes clásicos franceses hasta innovaciones modernas con ingredientes poco habituales.
A pesar de los cambios, el concepto básico sigue siendo el mismo: una fina tortita que se puede comer sola o rellena. El crêpe francés sigue siendo una de las versiones más conocidas y apreciadas del mundo.
