Los gofres belgas son una especialidad reconocida en todo el mundo y apreciada mucho más allá de las fronteras de Bélgica. Su forma gruesa, su textura esponjosa y su característico relieve profundo los hacen inconfundibles. Existen dos tipos principales: los gofres de Bruselas y los de Lieja.
Los de Bruselas se elaboran con una masa de levadura ligera y aireada, y se reconocen por su forma rectangular y sus huecos cuadrados profundos. Por el contrario, los gofres de Lieja son más densos, dulces y sabrosos. Llevan azúcar perlado en la masa, que se carameliza durante la cocción, lo que les confiere su sabor y textura característicos.
Acompañamientos típicos
Los gofres belgas suelen servirse calientes y acompañados de fresas, plátanos, nata montada, chocolate caliente, mantequilla o sirope.
Historia y orígenes
Los gofres de Lieja se remontan al siglo XVIII. Según la leyenda, un príncipe de Lieja encargó a su cocinero que preparara un pastel con azúcar cristalizado. El resultado fue una masa similar a la del brioche, que dio origen al actual gofre de Lieja.
El gofre de Bruselas se atribuye a Maximilian Consael, quien lo creó alrededor de 1856. Con sus puestos ambulantes y gofreras de hierro fundido, viajó de feria en feria para dar a conocer su creación ligera y esponjosa, nacida en Gante y no en Bruselas.
Ya sean de Bruselas o de Lieja, los gofres belgas son un postre clásico e imprescindible en todo el mundo. Para prepararlos de forma auténtica en casa o en su negocio, explore nuestra selección de gofreras premium en Crepesshop.
