Los orígenes del gofre
El gofre es una de las pastas más antiguas de Europa y se menciona por primera vez en el siglo IX en Bélgica y Francia. Su origen se encuentra en los monasterios, donde se elaboraban hostias, consideradas precursoras de los gofres modernos. Se cree que allí también se inventó la primera masa de gofre.
En el siglo XIII, Francia vio nacer el primer gremio de gofreros. En esa época, preparar gofres era un proceso laborioso reservado para ocasiones especiales.
Desde Francia y Bélgica, la tradición de los gofres se extendió a los Países Bajos y al norte de Alemania. Ya en el siglo XV, los gofres se habían convertido en una pastelería popular. También se popularizaron en Escandinavia, donde incluso tienen su propio Día Nacional del Gofre.
En el sur de Alemania y Austria, sin embargo, los gofres permanecieron como un postre festivo que solo se preparaba para celebraciones especiales o en Año Nuevo.
Origen del nombre «gofre»
No está claro el origen exacto del término «gofre». Se cree que proviene del término neerlandés wafel, que significa panal o tejido. Esto describe perfectamente el aspecto del gofre, dado por los patrones del molde.
Tipos de gofres
Con el paso del tiempo, diferentes regiones desarrollaron sus propias recetas y estilos de gofres. Se pueden clasificar en dos categorías principales:
Gofres blandos.
Gofres gruesos y rectangulares con huecos profundos, como el gofre de Bruselas. Son populares en ferias, mercados y cafeterías, pero rara vez se preparan en casa.
Los gofres planos, a menudo en forma de corazón o redondos, son más comunes en los hogares y muy apreciados por personas de todas las edades.
Gofres duros
Generalmente secos y de sabor neutro, suelen servir de base para otros postres.
El ejemplo más conocido es el cono de helado, elaborado con masa de gofre.
El gofre tiene una rica historia que se remonta a sus orígenes en los monasterios y que lo ha convertido en un postre diverso y global. Con múltiples formas, texturas y sabores, hay un gofre perfecto para cada ocasión.